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La estética en los tiempos fracturados

 

El desprecio a la estética nunca está lejos del desprecio a la ética.

Lo anterior es algo que casi no se toma en cuenta, que se mira casi con sorna, pero que es sintomático de la fractura humana en estos tiempos.

Una mirada a la obra de Bárbara basta para caer en la cuenta de su cuidado hacia la estética, casi un culto, tras lo cual todo adquiere un sentido peculiar, propio.

Barbara se adentra en lo cotidiano y en lo existencial con la misma óptica, tal vez diciéndonos que la crisis del ser radica en la separación de la cotidianeidad con la existencia. Acaso al buscar trascendencia, olvidamos el día a día.

Desde las manías hasta el cabello Barbara explora cada parte de su ser y del nuestro. Objetos como seres vivientes, ya lo dijo el poeta Jerome Rothenberg, las piedras tienen vida.

El sueño es un eco y Bárbara es buena oidora, por lo cual ella recoge ese eco y lo convierte en música en movimiento, en acordes visuales llenos de belleza, luz y sombra que convergen en la mirada.

 

Edilberto González Trejos

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